martes, mayo 16, 2006

 

Globalizaciones (1.0 a 3.0)

Como comprobaréis los que estéis leyendo el libro de Friedman, la lectura recomendada en este curso, trata esencialmente sobre distintos aspectos de la globalización.

Este asunto, la globalización, se ha puesto de actualidad durante los últimos años, a veces de forma muy aparente, como en las manifestaciones anti-globalización que de cuando en cuando se producen en las ciudades del mundo en la que se reúnen los dirigentes económicos mundiales, o las cúpulas de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio.

Pero hay también muestras abundantes de apoyos a la globalización, aunque no en manifestaciones en las calles. El semanario The Economist, por ejemplo, la valora consistentemente como un fenómeno de progreso; lo comentaremos en un próximo bloque. El libro de Friedman es también un alegato a favor de abrazar los aspectos positivos de la globalización.

Sucede sin embargo, como en otros asuntos de los que comentamos en este curso, que el significado del término “globalización” se define pocas veces con rigor, tanto en los que están a favor como en contra. Por tanto, resulta obligado acercarse a este asunto con ciudado.
De entrada, el mismo Friedman, en su capítulo inicial, distingue tres versiones de la globalización, que quisiera comentar brevemente.

Este autor distingue una “Globalización 1.0”, que tuvo lugar desde 1492 hasta alrededor de 1800, como dominada por países y músculos. Es quizá demasiado simplista condensar en una sola fase todo lo que pudiéramos calificar como global de entre lo que ocurrió a lo largo de esos siglos. Creo que la idea de Firedman es dejarlo atrás cuanto antes, y por eso no se ocupa. Hilando un poco más fino, diríamos que a partir de 1492 es una “Era de los Descubrimientos”, ciertamente empujada por los Estados de la época, construyendo imperios coloniales y estimulando el comercio de larga distancia. Al principio de estos procesos, sin embargo, las sociedades continuaban siendo fundamentalmente agrícolas, aún cuando hubiera un comercio mundial de algunos bienes concretos (la minoría).

El final de esta primera época coincidiría con el principio de la primera revolución industrial. Ahí aparecen los músculos a los que se refiere Friedman: las aplicaciones de las tecnologías de la energía. Pero, en esta primera fase de la era industrial, las ideologías, teorías, problemas e instituciones continuaban siendo esencialmente las de la era agrícola. Habría algunas máquinas de vapor, pero la sociedad no era de verdad industrial.

El tránsito hacia la sociedad industrial propiamente dicha, que Friedman etiqueta como la Globalización 2.0, se produce cuando empieza a dominar la mentalidad propia de la era industrial, que esencialmente es la que ha asumido la “gran transformación” de la tierra, el trabajo y el dinero en bienes comerciales. Y, como consecuencia, el crecimiento económico como objetivo primordial (algunos autores escriben al respecto que la economía pasó a primar sobre la política). Los agentes de cambio, las instituciones clave para materializar este proceso, fueron las compañías multinacionales. El historiador norteamericano David Noble, en su libro “America by Design”, ha descrito en detalle este proceso de ingeniería social, que conllevó entre otras cosas la reforma de los instrumentos financieros y de los sistemas de propiedad intelectual, además de la creación de los ingenieros como colectivo social relevante y la creación de las escuelas politécnicas como alternativa de las universidades.

Después de estas dos primeras fases, Friedman caracteriza la que él denomina como “Globalización 3.0” por la disponibilidad de una “plataforma sobre la que el trabajo intelectual, el capital intelectual, puede entregarse desde cualquier parte. Puede desagregarse, entregarse, distribuirse, producirse y recomponerse”. Considera que otro rasgo que distingue esta fase de las anteriores es una nueva capacidad de los individuos (y no sólo de las empresas) para colaborar y competir globalmente.

A mí, particularmente, esta definición me parece insatisfactoria. Tan insatisfactoria como la “definición de ingeniero” sobre la sociedad de la información que comentábamos hace una semanas. Es cierto esos patrones de colaboración aparecen en todos los “aplanadores” que Friedman comenta. Pero esa definición omite la consideración de las ideologías, problemas, instituciones y teorías que impulsan, favorecen, condicionan o limitan esa colaboración.

Pensemos, por ejemplo, en las manifestaciones en contra de la globalización. ¿Entendemos que son contra la circulación del capital intelectual, contra la colaboración global? Seguramente que no. Necesitamos, por tanto, una definición y un análisis mejor, o por lo menos distinto. Lo intentaremos en los dos próximos bloques.

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