miércoles, junio 14, 2006

 

¿Podría profesionalizarse la construcción social?

Al tenor de:
me parece oportuno subrayar una cita de Friedman al principio del Capítulo 4 de “El Mundo plano”:

“La enfermedad más común del mundo plano será es desorden de identidades
múltiples. Aunque sólo fuera por este único motivo, los profesionales de la
ciencia política se darán un gran festín en el mundo plano. La ciencia política
podría convertire en la mayor industria de crecimiento entre todas las de la
nueva era”.

¿Una idea para emprendedores? Tal vez. La cuestión del “software abierto” y los “proyectos abiertos”, es, en el fondo, una cuestión política, y con futuro. Hablaremos de ello.

Hasta la próxima.

 

La construcción social del capitalismo industrial en los EEUU

1. Punto de partida

En la Edad Media, el desarrollo tecnológico no cambió las estructuras de producción, ni produjo cambios sociales drásticos:

· Cambió el comercio
· Se mantuvieron los agricultores, los artesanos y los gremios

En los s. XVIII y XIX se produjeron cambios drásticos en las instituciones

· Consolidación del Estado Nación
· Supresión de las restricciones al comercio
· Emergencia del proletariado sin tierras
· Separación del trabajador de sus herramientas, como consecuencia de la introducción del maquinismo

Estos cambios sociales se introdujeron para facilitar el desarrollo de capitalismo industrial (como mínimo, tuvieron esa consecuencia)
· Aplicación de la lógica del beneficio y del mercado a todos los bienes, incluidos tierra, capital y trabajo.

2. Segunda revolución industrial

El capitalista, después de haberse apropiado de los medios de producción, pasó a apropiarse del conocimiento necesario para maximizarla

· Reforma de la educación técnica
· Aparición de la clase de ingenieros

· Creación de la ingeniería de la gestión industrial

· Reforma del sistema de patentes
· Estandarización de productos y procesos
· Industrialización del proceso de innovación

· Industrialización del proceso de educación superior

La tecnología moderna, el capitalismo industrial y las instituciones de soporte se co-producen.

El historiador David Noble sostiene que:

· Tuvieron lugar esfuerzos conscientes para diseñar América de acuerdo con los intereses del capitalismo industrial, para crear el aparato que desarrolla la tecnología moderna en interés de las grandes corporaciones y para establecer los patrones que aseguraran la estabilidad y el crecimiento del capitalismo corporativo.
· No sólo la maquinaria de producción, sino también el entramado completo de los conglomerados industriales, tomaron la forma de mecanismos engrasados y eficientes, que se presentaban como resultado de la “razón técnica”, de modo que cualquier oposición podía tildarse de “irracional”.
· El proceso fue una construcción social resultante de la conciencia colectiva de un propósito (que no es lo mismo que una conspiración).

3. Fase inicial: Aplicación de la ciencia a la artesanía

Benjamin Franklin fue pionero en poner la ciencia al servicio de las arte(sanías)

Jacob Bigelow definió en 1829 la tecnología como el conjunto de principio, procesos y conocimientos relacionados con la aplicación de la ciencia para el beneficio de la sociedad y la remuneración de quienes los persiguen.

En esa primera etapa:

· La ciencia en la Universidad era más afín a la filosofía que a la producción
· La ciencia se introdujo en el mundo de la producción por medio de los artesanos innovadores que conocían los avances de la ciencia universitaria por medio de las publicaciones de divulgación de la época
· En cualquier caso, el inventor necesitaba un cierto acceso a funetes de capital para progresar.

4. Fase siguiente: La ciencia en las nuevas industrias

Las industrias “tradicionales” incoporaron la ciencia de las universidades a los talleres

En paralelo, se crearon nuevas industrias de base científica

· La electricidad
· La química
· Las telecomunicaciones

En esas industrias, la introducción sistemática de la ciencia iba ligada al refuerzo de los monopolios “de facto” :

· Control del mercado
· Control del producto
· Control del proceso

La innovación clave, más que cada una de las innovaciones puntuales, es la transformación sistemática de la ciencia en capital.

En palabras de David Noble:

“Se crearon grandes corporaciones para controlar la competencia y los precios y para explotar las nuevas invenciones, productos y procesos. (...) Las corporaciones se aplicaron durante el siglo XX a transformar el progreso tecnológico en un proceso bien ordenado y bajo su control (...) Desde su punto de vista, la transformación científica y la transformación corporativa de América eran una sola cosa”.
Así, en la electricidad:

· El respaldo de J.P. Morgan a T.A. Edison dio lugar a la General Electric
· Ambos iniciaron la sistematización del proceso de patentes, y la compra de patentes a innovadores.
· En 1896, GE y WWWestinghouse tenían más de 300 litigios de patentes entre ambos.
· El “pooling” de patentes consolidó sus posiciones de mercado.

En Telecomunicaciones

· Bell patentó el teléfono en 1878.
· En 1888 Bell tenía 600 pleitos en marcha para defender sus patentes.
· En 1879, Bell organizaó un departamento de ingeniería destinado al estudio y control de las patentes.

En la Industria química

· Los EEUU se apropiaron de 735 patentes de la industria alemana tras la I Guerra Mundial.
· Este proceso fue el origen del crecimiento de Dupont, Bausch and Laumb, Kodak, Union Carbide, ...

Las notas que se esbozan a continuación siguen la obra de David Noble “America by Design”.

5. El desarrollo de la educación técnica

Los industriales consideraban que la enseñanza tradicional producía “laborious thinkers”, mientras que lo que hacía falta era “thinking laborers”.

El MIT se creó en 1861 como reacción a la falta de interés de Harvard en la educación técnica.

· El foco de interés no eran ya las leyes de la naturaleza, sino los principios del diseño.

Entre 1870 y 1914, el número anual de graduados de las escuelas de ingeniería pasó de 100 a 4.300. En número de ingenieros en la población se multiplicó por 15.

· En esta fase, la consideración social de los ingenieros era relativamente bajo. No ascendería hasta que se convirtieron en gestores.

6. La emergencia del ingeniero profesional

La tecnología moderna se constituyó en un modo de producción específico del capitalismo industrial avanzado. También el ingeniero, que personificaba la tecnología moderna.

· “Desde un principio, el ingeniero estuvo al servicio del capital, por lo que no era sorprendente que sus leyes fueran para él tan naturales como las leyes de la ciencia”.

El número de ingenieros pasó de 45.000 en 1900 a 230.000 en 1930.

Los ingenieros no constituyeron nunca sindicatos de clase, aunque sí asociaciones profesionales. Más bien desarrollaron una cultura individualista, en la que el baremo final de éxito era convertirse en líderes, o cuanto menos gestores (pasaron de ingenieros de materia a ingenieros de personas).

A finales del siglo XIX, el industrialismo corporativo combinaba :

· Empresas de tecnología avanzada buscando la expansión y la estabilidad de sus industrias.
· Un sistema de educación técnica orientado a las necesidades de la producción
· Una profesión de ingenieros consolidada como elemento de la nueva cadena de producción.

A partir de ahí, empezó una segunda fase de la reforma social, orientada a perpetuar este sistema:

· Fusiones para consolidar una situación de competencia monopolística
· Estándares científicos e industriales
· Reforma de la ley de patentes
· La organización de la I+D industrial y universitaria
· El proceso industrial de la educación superior

7. La reforma de las patentes

Las patentes, concebidas para proteger a los inventores individuales, pasaron a ser un instrumento de construcción de monopolios por parte de las grandes corporaciones.

· El sistema de patentes se había recogido en la Constitución de los EEUU para beneficio mutuo del inventor y de la sociedad (1790).
· En 1885, sólo el 12% de las patentes iban a empresas; en 1950, la proporción había ascendido al 75%.
· La patente 1 millón se concedió en 1911, y la 2 millones en 1915.

“Las patentes son el modo mejor y más efectivo de controlar la competencia ... Las patentes son la única forma legal de monopolio absoluto”

· AT&T, que se había formado en base a las dos patentes iniciales de Bell, tenía 9.255 patentes en 1935, incluyendo telefonía y radio.
· GE tenía un control casi total de las patentes para producir bombillas eléctricas, así como del suministro de cristal.

El control de las patentes transformó lo que era innovación individual en corporativa.

8. La organización de la investigación industrial

En el período de 1900 a 1930, la investigación industrial se convirtió en una rama de la actividad económica

· Más de la mitad de las grandes empresas consideraban la investigación como una actividad propia.
· “La invención más importante de Edison fue el laboratorio de investigación”

Etapas de la organización de la investigación

· Sistematización de la investigación dentro de las corporaciones
· Formación de redes de investigación, incluyendo el establecimiento de vínculos con las Universidades
· Creación del “National Research Council

La investigación pasó de ser el resultado de actividades aleatorias a un proceso organizado. Las corporaciones se convirtieron en productores de ideas científicas.

· La ciencia se convirtió en una cuestión de gestión.
· Inicialmente, las corporaciones monopolizaron el desarrollo de la ciencia
· Se constató que “los esfuerzos industriales no conseguirían avanzar las fronteras del conocimiento a un ritmo adecuado para las demandas del avance industrial”

Se pasó a organizar la investigación industrial fuera de las universidades.

· Programas de becas
· Asociaciones industriales

Ejemplos

· GE pasó de 8 investigadores en 1901 a 555 en 1929.
· En 1925, Bell Labs empleába a más de 3600 personas; en 1937 obtuvo su primer Nobel.
· Dupont tenía 1200 investigadores en 1927

Reflexión final

La intención de los apuntes anteriores es esbozar los rasgos principales del proceso de co-producción de la tecnología y la sociedad capitalista industrial en los Estados Unidos durante las últimas décadas.

Para mí, se suscitan cuestiones como las siguientes:

  1. ¿Qué procesos homólogos de construcción social están teniendo lugar alrededor del tránsito hacia la sociedad de la información? ¿Quiénes los impulsan y cómo?
  2. La cuestión de la propiedad intelectual aplicada a la producción y gestión del conocimiento y “productos y servicios virtuales”.
  3. Si los ingenieros hicieron una contribución decisiva a la construcción material de la sociedad industrial, ¿cómo y quienes serán los ingenieros de la sociedad de la información y el conocimiento?
Podéis enviarme, como siempre, vuestras reflexiones.
(Aunque a partir de ahora, como mi buzón en la UPF continúa saturado, os sugiero que lo hagáis a la siguiente dirección de correo:
arquetip.team@gmail.com)
Saludos a todos.

viernes, junio 09, 2006

 

Entrega de los trabajos

IMPORTANTE

Para evitar el riesgo de saturación de mi buzón de correo en la UPF, os pido que enviéis los trabajos de final de curso a la siguiente dirección de correo:

arquetip.team@gmail.com

Acusaré recibo de cada uno de ellos, para que tengáis la seguridad de que los he recibido.

Recordad que:


 

Antes de la Revolución Industrial

Empecemos recordando la cita de Peter Drucker sobre los retos de la sociedad futura:

“We can also be sure that the society of 2030 will be very different from that of today, and that it will bear little resemblance to that predicted by today's best-selling futurists. It will not be dominated or even shaped by information technology. IT will, of course, be important, but it will be only one of several important new technologies. The central feature of the next society, as of its predecessors, will be new institutions and new theories, ideologies and problems”.

Cuando Drucker habla de las sociedades “predecesoras”, ¿a qué se refiere? ¿Qué nos sugiere sobre las instituciones, ideologías, teorías y problemas de sociedades anteriores? ¿Qué tan parecidos o diferentes eran de los que conocemos en la sociedad actual? Y, si son diferentes, ¿cómo y de dónde surgieron?

El mismo Drucker apunta una primera respuesta, al respecto de la sociedad industrial:

“The decades of the 19th century following the first and second industrial revolutions were the most innovative and most fertile periods since the 16th century for the creation of new institutions and new theories. [...] The first industrial revolution brought forth, among many other things, intellectual property, universal incorporation, limited liability, the trade union, the co-operative, the technical university and the daily newspaper. The second industrial revolution produced the modern civil service and the modern corporation, the commercial bank, the business school, and the first non-menial jobs outside the home for women.
The two industrial revolutions also bred new theories and new ideologies. The Communist Manifesto was a response to the first industrial revolution; the political theories that together shaped the 20th-century democracies—Bismarck's welfare state, Britain's Christian Socialism and Fabians, America's regulation of business—were all responses to the second one. So was Frederick Winslow Taylor's “scientific management” (starting in 1881), with its productivity explosion”.
Pienso que en esta cita Drucker omite, casi seguro que de forma deliberada, una ideología crucial que fue decisiva para impulsar la sociedad industrial: el economicismo. Esto es, la aceptación del predominio de lo económico sobre muchos otros ámbitos de lo político y lo social.
Vimos en un bloque anterior cómo el crecimiento del PIB de la Humanidad despegó a partir de la Revolución Industrial. No fue casual. El objetivo de la revolución industrial era precisamente maximizar la producción de bienes con el objetivo de comercializarlos. Algo muy distinto de organizaciones sociales agrícolas, orientada a la producción para el consumo propio, que habían existido anteriormente.

Surge, sin embargo, la cuestión de por qué el PIB por persona estuvo casi estancado durante siglos antes de la revolución industrial. Puede darse la tentación de no considerar validos o de calificar como inútiles los desarrollos técnicos previos a la era industrial. Pero eso sería injusto.
Lewis Mumford, uno de los primeros investigadores sobre la historia social de las tecnologías, comenta lo siguiente:
“Los académicos que en primera instancia popularizaron la idea de la época medieval como retrógrada leían sus documentos con gafas inventadas por primera vez en el siglo XIII, publicaban sus ideas en libros producidos en la imprenta del siglo XV, comían pan hecho de grano molido en los molinos de viento introducidos en el siglo XII, navegaban en navíos de tres mástiles diseñados por primera vez en el siglo XVI, llegaban a su destino con ayuda del reloj mecánico, el astrolabio y la brújula magnética y defendían sus bajeles de los piratas con la ayuda de la pólvora y el cañón, todos nacidos antes del siglo XV”.
Lewis Mumford, “The Myth of the Machine”, vol. 2, Harcourt, Brace, Jovanovich, (1970), pág. 130.
Podríamos pues postular como hipótesis que si los antiguos no desarrollaron más la tecnología para perseguir el crecimiento económico no fue por falta de capacidad, sino porque sus intereses tenían otra dirección. En la sociedad actual, el crecimiento y el cambio son una forma de ser, y por lo tanto, un objetivo implícito. Lo damos por sentado. Pero en sociedades anteriores, la producción de bienes, especialmente los alimentos, tenía como valor la autosuficiencia, y si ésta se obtenía, otros valores eran los que centraban la atención de los filósofos naturales o científicos.
Remontándonos mucho más atrás, la especulación griega tuvo muchas veces intereses prácticos concretos, y en aquello que les interesaba los griegos obtuvieron éxitos notables. Que estos éxitos no conformen un conjunto susceptible de llamarse revolución no debe afectar al juicio sobre su capacidad intelectual. Sólo indica que no la orientaron hacia la producción material. En palabras de Bertrand Russell, un autor nada sospechoso de enemistad hacia el progreso y sin embargo tan respetuoso con la sabiduría de los antiguos:
“Se ha dicho a menudo que los griegos fracasaron como experimentadores porque ello significaba ensuciarse las manos, un pasatiempo estrictamente reservado para los esclavos. Nada puede ser más engañoso que esta conclusión sumaria. La evidencia apunta claramente en dirección opuesta, como se muestra en los registros de sus logros científicos y los restos de su escultura y arquitectura [...] Lo que quizá sea más sorprendente del siglo quinto (a.c.) es la explosión súbita de experimentación intelectual e invención. Eso es cierto tanto en las artes como en la filosofía. [...] Todo se expande y ningún objetivo parece fuera del alcance del hombre”.
Bertrand Russell, “The Wisdom of the West”
Ese mismo sentimiento de ensanchamiento de la capacidad del hombre se reprodujo durante el Renacimiento y también durante la era industrial, aunque bajo una superestructura ideológica y una concepción del hombre y de su papel en el mundo que fueron muy diferentes en cada caso.
Lo anterior apunta pues a que la inflexión en el crecimiento económico que se produjo con la revolución industrial no fue sólo una consecuencia directa del progreso científico. El análisis marxista sugiere que las causas de los saltos cuantitativos y cualitativos que hicieron revolucionaria a la revolución industrial deban buscarse sobre todo en cambios en los ámbitos de la política, la organización social, la psicología social e incluso la evolución de la conciencia humana en esa época. Sin podernos ocupar a fondo de esta cuestión por el momento, me conformaré con apuntar algunas reflexiones que espero sean sugerentes.
Muchos estudiosos apuntan que una de las raíces filosóficas de lo que después sería la revolución industrial se orientan a los planteamientos filosóficos que Sir Francis Bacon publicó a principios del siglo XVII. Sus trabajos marcan el momento histórico en que el hombre se sintió plenamente capaz de tomar distancia en relación a la naturaleza, pasando a considerarla como algo que puede (e incluso debe) utilizar y aprovechar. Este sería el momento en que la filosofía dejaba de orientarse sólo al saber por el saber, al conocimiento por el conocimiento, empezando a orientarse hacia resultados “prácticos”.
Anteriormente a Bacon, muy claramente si nos remontamos a la civilización griega, la ciencia (en su origen, ubicada en el ámbito de la Filosofía) y la tecnología eran mundos virtualmente aislados. A partir de Bacon tienen lugar varios cambios cualitativamente muy significativos. La ciencia pasa a adoptar una orientación más utilitaria, no tan orientada a comprender la naturaleza sino a sacar partido de este conocimiento. En paralelo, las disciplinas se dividen y subdividen por especialidades cuyo grado de abstracción es cada vez más creciente.
Como resultado, los científicos empezaron a alejarse de la ambición multidisciplinaria y los valores que habían orientado la investigación filosófica en la antigüedad. En paralelo al auge de la máquina y de la maquinaria para producir máquinas, se pasa de la búsqueda del conocimiento a la búsqueda de la invención, y de ahí a la invención de la invención y a la profesionalización e institucionalización de la práctica científica y técnica. A partir de ahí, la intersección de la ciencia y la tecnología con el ámbito moral se reduce al mínimo.
Las consecuencias de este planteamiento se han hecho más y más evidentes a medida que la expansión de un sistema industrial basado en la explotación de los recursos naturales ha encontrado sus límites. Tras señalar la necesidad de ser conscientes no sólo de los beneficios generados por el maquinismo, sino también de las consecuencias negativas de sus excesos, Mumford señala gráficamente que:
"A medida que la ciencia se aproxima más de cerca a la condición de la tecnología, debe preocuparse de la mayor flaqueza de la técnica contemporánea: los defectos de un sistema que, a diferencia de los sistemas orgánicos, carece de un método interno para controlar su crecimiento o modular la enorme energía que necesita para mantener, como en necesario en todo organismo vivo, un equilibrio dinámico favorable a la vida y el crecimiento."
La disociación entre tecnología y valores sociales, así como la propia entre economía y valores sociales, fue ya resaltada por K. Marx en una frase famosa de “El Capital”:
Todas las relaciones firmes y enmohecidas, con su secuela de ideas y conceptos venerados desde antiguo, se disuelven, y todos los de formación reciente envejecen antes de poder osificarse. Todo lo estamental y estable se evapora, todo lo consagrado se desacraliza, y los hombres se ven finalmente obligados a contemplar con ojos desapasionados su posición frente a la vida".
Marx percibió asimismo cómo una clase social emergente, la burguesía, era la responsable de esa disolución de los valores anteriormente establecidos. Los marxistas destacaron que la burguesía tuvo un papel decisivo como clase dirigente porque, a diferencia de las clases dirigentes anteriores (la monarquía o los señores feudales), cuyos intereses económicos estaban unidos de forma indisoluble al mantenimiento del statu quo, la esencia del dominio burgués es el dinamismo. Este dinamismo se aplicó primordialmente al ámbito económico; pero se extendió al dominio tecnológico porque el capitalismo generaba incentivos únicos para la introducción de nuevas tecnologías que reducen costes de producción.
Resumamos de nuevo.
Los griegos fueron los primeros en desarrollar de forma consciente la capacidad de pensar, pero la pusieron al servicio de la filosofía y del arte.
Durante la Edad Media, el gusto por el pensar y la inclinación estética dejaron paso a la acción como cualidad dominante. El resultado fue la era dela exploración y los descubrimientos durante los siglos XV y XVI.
Paralelamente, la razón resurgía en los monasterios al primer plano en el alma humana. Los escolásticos exprimieron al máximo su capacidad de pensamiento, llevándola como mínimo a la altura de los antiguos griegos, aunque poniéndola al servicio de la religión y no, como los exploradores, de la acción. Pero la concepción religiosa del universo acabó por perder credibilidad tras el descubrimiento del heliocentrismo por parte de Copérnico. A partir de ahí, los progresos en la astronomía, que en civilizaciones anteriores estaban ligados a motivaciones que, como la astrología y la religión, pudiéramos calificar como de no racionales, dieron paso a los avances Galileo y Kepler, que inician la ciencia moderna. En esta época, el hombre siente por una parte que tiene todo el mundo a su alcance y adquiere a la vez una confianza consciente en la razón, que se convierte en una alternativa a la fe a la hora de enfrentarse al mundo. El terreno está preparado para el “Pienso, luego existo” de Descartes, a partir del cual el alma humana se siente por primera vez independiente de su pasado en virtud de su dominio de la capacidad de pensar.
A partir de este punto fue tomando fuerza una visión mecanicista e impersonal del mundo. En palabras de Mumford, “gradually Heaven, that shinning place in the mind, faded from the sky”, de modo que:

“The ultimate effect of the methodical seventeenth-century advance in clarity of description and fidelity to observed fact was to devaluate every aspect of human experience that could not be so treated; and its final result was to eliminate all other products and by-products of the human personality”.
El conocimiento exacto fue gradualmente suplantando al conocimiento adecuado, y la búsqueda del conocimiento adquirió una orientación decididamente práctica. En su crítica a la ideología del maquinismo implícita en la Revolución Industrial, Mumford apunta a que, una vez la ciencia moderna convirtió al hombre en una máquina creada por las manos de Dios, los hombres fueron convirtiendo en dioses a aquellos capaces de diseñar y construir máquinas.
El resto de la historia es mucho más conocida. Pero me ha parecido interesante incluir un apunte que pueda provocaros una reflexión sobre cómo estaban las cosas antes del principio de la historia que hoy nos es familiar.
Hasta la próxima.

jueves, junio 01, 2006

 

¿Tecnología y personalidad se co-producen?

Propuesta para los todos los alumnos (estéis o no asistiendo a clase).

Hemos hablado de que los artefactos tecnológicos están hoy en día tan mezclados en la sociedad y en nuestras vidas que no sería ni siquiera concebible separarnos de ellos limpiamente, de modo quirúrgico.

Tomemos como referencia algunas citas externas:
La cuestión que os propongo, como ejercicio voluntario, (por 10 puntos sobre el total de 100 en la nota final ) es reflexionar sobre si estas citas “sociales” se pueden o no extrapolar también al ámbito personal.

En concreto, ¿cómo responderíais a estas cuestiones?:


Extensión máxima: 1 folio (bien redactado, por favor).

Os espero

Saludos


 

¿Tienen política los artefactos tecnológicos?

“Society explains nothing but has to be explained [...] The great import of technology studies to the social sciences is to have shown, for instance, how many features of the former society, durability, expansion, scale, mobility, were actually due to the capacity of artefacts to construct, literally and not metaphorically, social order [...] They are not 'reflecting' it, as if the 'reflected' society exists somewhere else and was made of some other stuff. They are in large part the stuff out of which socialness is made”. Latour (2000), “When things strike back”

En lo que llevamos de curso nos ha aparecido varias veces la relación entre tecnologías de la información y economía. Este breve apunte tiene como objeto introducir otro dominio que, nos guste o no, es también conexo con el de la tecnología: El de la política.

Es posible que a algunos les pudiera tranquilizar la idea de que la tecnología no tiene nada que ver con la política. O tal vez seducir la idea de que la tecnología no debiera tener que ver con la política.

Esas ideas hoy no parecen realistas, ajustadas a la realidad. De entrada, se hace evidente que tecnología y política están mezcladas, de un modo difícil de separar, en más de un terreno. Por ejemplo:
  • Los experimentos con embriones o con células madre.
  • El despliegue de antenas de telefonía móvil.
  • La censura sobre Internet en China.
  • Las decisiones sobre el futuro de la energía nuclear.
  • Los derechos (o no) para producir determinados medicamentos genéricos a bajo coste en países menos desarrollados.
  • El proyecto de generar un competidor europeo a Google. (Ver http://es.wikipedia.org/wiki/Quaero).
Confieso que encuentro fascinante (y difícil) adentrarse en estos asuntos híbridos entre política y tecnología. Con la seguridad de que tratar a fondo este tema exige mucho más tiempo y calma de los que disponemos ahora, quisiera apuntaros sólo algunas reflexiones generales.

Un primer dominio de políticas son las de promoción de las tecnologías, sea en la producción (políticas industriales) o en el consumo (políticas de demanda). En un ejercicio anterior, algunos de vosotros ya habéis comprobado que una buena parte de los responsables de sociedad de la información en las administraciones tienen estas políticas como primordiales.

Otro ámbito, generalmente más polémico, de las políticas es el relacionado con la regulación. En casos como la regulación de las telecomunicaciones, en que se mezclan consideraciones de mercado con las de servicio público, el nivel de debate y controversia ha sido y seguirá siendo considerable. Abordaremos un poco este tema en la sesión dedicada a las telecomunicaciones.

Pero las políticas de regulación de tecnologías pueden también ser difíciles en mercados en principio liberalizados, como el software y los equipos electrónicos. La pugna legal que se mantiene entre la Comisión Europea y Microsoft es un caso ejemplar e ilustrativo de los asuntos que afloran y la complejidad de su tratamiento.

Otro ámbito de las políticas, quizá uno de los menos visibles en principio, es lo que podríamos denominar como políticas de los efectos secundarios o colaterales. La gestión y regulación del tráfico de automóviles (y del aparcamiento) es quizá el ejemplo con el que topamos más frecuentemente. ¿Hemos de planificar las ciudades para los coches o para los ciudadanos? ¿Con qué objetivos? ¿Con qué compromisos?

El ámbito de la energía nuclear sería un segundo ejemplo. Poca gente quiere tener una central nuclear cerca de su casa. Probablemente serían todavía menos los que quisieran vivir cerca de un almacén de residuos nucleares, de los que nos sabemos como desprendernos. Podemos congelar las centrales nucleares, como se ha hecho en España. Pero entonces acabamos pagando a las empresas eléctricas una cuota de amortización a cuenta de la energía nuclear que NO están produciendo.

Más efectos secundarios. Si hay software y redes habrá fraude electrónico y productores de virus. El mal existe, nos guste o no, y si se abre un nuevo espacio, en este caso virtual, que haya gente dispuesta a usarlo para hacer mal, o sin importarle hacerlo, forma parte del estado actual de las cosas. Pero, cuando sufrimos por el ataque de un virus, ¿a quién hacemos responsable? ¿a quién tendríamos que hacer responsable? ¿Sólo al delincuente? ¿Al fabricante de un software que no garantiza protección?

Dejemos los virus y pasemos a la cuestión del tráfico virtual de películas y música en la red. Según las operadoras, la mayor parte del ancho de banda disponible en las redes está ocupado por una minoría de internautas (quizá el 25%) que bajan contenidos casi sin descanso. Su tráfico supone menor calidad de servicio para los que hacen un uso más ligero de la red. Cuando se exige a las operadoras que inviertan para garantizar calidad de servicio, ¿cómo se gestiona el nivel de calidad? ¿Para los que usan (y quizá abusan) del tráfico P2P? ¿Para los usuarios “normales”? ¿Estaría bien que se pudiera discriminar entre usuarios (en calidad, en precio)?

Además está la cuestión de los derechos de propiedad intelectual. Un asunto que genera polémica es decidir hasta qué punto se deben proteger frente al tráfico en la red. Pero un segundo aspecto, creo que más delicado, es que se grave con un canon el uso de dispositivos electrónicos y la compra de soportes que “podrían” utilizarse, pero que no necesariamente se utilizarán, para tráfico de contenidos.
Un apunte que espero que sea suficiente para ilustrar que los artefactos tienen adherida, queramos o no, la política. Si estamos interesados en el destino de las tecnologías, difícilmente podremos evitar lidiar con las políticas de la tecnología.
Acabo con algunas referencias. The Economist publicó un par de números especiales sobre la politica de los efectos secundarios de Internet:

SURVEY: THE INTERNET SOCIETY
Digital dilemmas
Jan 23rd 2003From The Economist print edition
http://www.economist.com/surveys/displayStory.cfm?story_id=1534303

SURVEY: DIGITAL SECURITY
Securing the cloud
Oct 24th 2002From The Economist print edition


En un plano más general, pero no demasiado académico, os recomiendo que echéis un vistazo a la página Web de L. Winner, un ex músico de rock especializado en las cuestiones de política tecnológica.

http://www.langdonwinner.org/index.html

Como aperitivo, dos citas de este autor, que podéis poner en relación con los asuntos apuntados más arriba.

“En el terreno técnico repetidamente nos involucramos en diversos contratos sociales, las condiciones de los cuales se revelan sólo después de haberlos firmado”. L. Winner (1987)

“La construcción de un sistema técnico que involucra a seres humanos como parte de su funcionamiento requiere una reconstrucción de los roles y las reglas sociales” L. Winner (1987).
Hasta la próxima.

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