miércoles, mayo 17, 2006

 

Ideologías en la globalización

Después de insistir varias veces en clase en la importancia de prestar atención a los significados, debería empezar por precisar qué entendemos en este curso por “ideología”.

Definiremos ideología como un conjunto de ideas y valores comunes en una sociedad, que se consideran como válidos sin necesidad de cuestionarlos en sí mismo, ni en sus fundamentos ni en su justificación. Una de sus características es que “Los elementos de base de una ideología permanecen casi siempre implícitos. Las ideas fundamentales son tan evidentes y omnipresentes que no necesitan ser expresadas: lo esencial se da por supuesto. [...] Constituyen las categorías de base, los principios operatorios del enrejado de la conciencia, en resumen, las coordenadas implícitas del pensamiento común”.

Desde este punto de vista, pueden identificarse varios rasgos ideológicos subyacentes a la globalización.

La globalización es economicista

Definiremos el “economicismo” como la primacía que la lógica interna de la economía adquirió primero sobre la política y posteriormente sobre las finalidades sociales. El predominio gradual del economicismo se produjo en paralelo con el tránsito hacia la sociedad industrial. Tras el colapso del sistema soviético y la correspondiente pérdida de autoridad moral de los planteamientos en que se apoyaba, economicismo y capitalismo pueden en la práctica considerarse como equivalentes en los países occidentales.

El impulso a la globalización es esencialmente economista. Lo veremos más en detalle al comentar el artículo de The Economist sobre la globalización que os recomendé como bibliografía.

La globalización es globalista

El planteamiento de una sociedad economicista que prima ante todo la cantidad, ha conducido de forma natural a que los principales agentes económicos, que dentro de esta lógica son en su mayor parte capitales privados, busquen actuar a la mayor escala posible. Al haberlo conseguido a lo largo del siglo XX, conforman una sociedad que es no sólo global, sino también globalista. Es global en tanto que lo son las actuaciones en múltiples planos determinantes (p.e. mercados globales, mecanismos financieros globales, legislación global, medios de información globales, etc.). Pero es además globalista por cuanto la ideología imperante consagra la supremacía del mercado mundial frente a otras consideraciones u objetivos de orden político o social.

Pudiera pensarse que los términos economicista y globalista resultarían prácticamente equivalentes. No lo son en absoluto. Aceptar su equivalencia supondría aceptar también implícitamente que los mercados, todos los mercados, se expanden y consolidan de modo natural, y por tanto acaban siendo, también de modo natural, globales.

Pero lo cierto es que la sociedad actual es globalista como resultado de una voluntad explícita de que acabe siéndolo y de políticas que desarrollan esta voluntad, que viene desde lejos. Los mercados libres nunca se hubieran formado si no se hubiese permitido que las cosas funcionasen a su aire; el laissez-faire que subyace a las propuesta de mercado fue impuesto desde los Estados.

En palabras de Manuel Castells, “ni la tecnología ni la economía privada podían haber desarrollado por sí solas la economía global. Los agentes decisivos para establecer una nueva economía global fueron los gobiernos y, en particular, los gobiernos de los países más ricos, el G-7 y sus instituciones internacionales auxiliares, el FMI, el Banco Mundial y la OMC”.

La globalización es Informacionalista y TIC-ista

Las sociedades del siglo XX se convirtieron en informacionales por cuanto la gestión de la información es imprescindible para conseguir aumentos sostenidos de producción. (No olvidemos que a mediados de los 80, algunos autores caracterizaban la sociedad de la información como “la revolución del control (de procesos)”.

Dando una vuelta de tuerca a la evolución de los modelos, la gestión de la información es también necesaria como soporte del proyecto mismo de globalidad, que persigue una acción en tiempo real coordinada a gran escala. La definición de sociedad informacional que introdujimos en su momento (“El término informacional indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten en las fuentes fundamentales de productividad y poder”) adquiere aquí un sentido pleno.

Yo apuntaría además que se está iniciando un proceso de una nueva vuelta de tuerca. De una parte, la industria de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) ha representado la principal fuente de crecimiento durante los años 90 en países como los EEUU, Finlandia o Corea. Como consecuencia, todo lo que suponga favorecer la expansión de esta industria y su mercado se considera beneficioso y útil en sí mismo.

Además, parece estar teniendo lugar una transformación de la sociedad informacional, en la que la información tenía carácter utilitario o instrumental, a una sociedad informacionalista, en la que se intenta consagrar la producción y el uso (o consumo) de información como un valor en sí mismo, que supuestamente se auto-justifica de forma evidente. En la revolución industrial el capitalismo de mercado llevó a la creación de mercados del trabajo, la tierra y el dinero. En el proyecto de sociedad para el siglo XXI, a medida que se perciben cada vez más nitidamente los límites de políticas económicas basadas en la explotación sin contrapartidas de recursos materiales, cobra fuerza la idea de perseguir también la creación de mercados para la información y el conocimiento, que quizá se podrían también calificar de “mercancías ficticias”.

Se conforman pues dos tendencias entrelazadas. Por una parte, las TIC se idealizan en relación a la información de modo similar a como la máquina se idealizó al respecto de la producción de bienes materiales. Así pues, por analogía con el maquinismo descrito por algunos autores designaríamos como TIC-ismo la veneración que la sociedad actual tiende a profesar hacia las TICs.

En paralelo, el informacionalismo persiguiría, apoyándose en las TIC, la articulación de una sociedad de mercado global para el intercambio de información.

Ambos, informacionalismo y TIC-ismo se configuran como rasgos de identidad profundos del proyecto de Sociedad de la Información y el Conocimiento; ambos nacen como continuación del economicismo y globalismo y a la vez les sirven de refuerzo.

Finale

Me pongo como ejercicio, que compartiré con vosotros, identificar trazos de estas ideologías en el artículo de The Economist. Os pido, en cambio, que hagáis el mismo ejercicio sobre el libro de Friedman.

Hasta la próxima.

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