martes, mayo 30, 2006

 

Tecnología y sociedad se co-producen

As technology has increasingly place the world at people’s fingertips, those people have become less able to put their finger on precisely what technology is.”
David Noble (1977)

Like most beliefs which appear to be self-evident, they remain obvious only as long as we refrain from examining the assupmtions that underpin them
Bauman y May

La relevancia de la tecnología en nuestas sociedades, en nuestra vida diaria, nos parece hoy un hecho evidente. Tan evidente que apenas le prestamos atención. Ello es más evidente cuando pensamos no en las tecnologías emergentes, algunas de las cuales pueden establecerse definitivamente entre nosotros, sino en tecnologías que ahora están consolidadas, pero que en un tiempo no existieron.

La electricidad sería probablemente el ejemplo más extremo. Os propongo un experimento pensado. Imaginad que intentáramos llevarnos, como estirando de un hilo, el sistema eléctrico del planeta. ¿De cuántas cosas, muchas de ellas no tecnológicas, estaríamos estirando?

La cuestión es que la electricidad, como muchas otras tecnologías y muchos artefactos cosntruidos a raíz de avances tecnológicos, está intensamente implicada en el sistema de relaciones que conforma la sociedad. En las de producción y consumo, por supuesto. Pero también en las de experiencia (las redes de comunicaciones, por ejemplo, utilizan energía eléctrica). También en las de poder. La TV exige electricidad. Los mecanismos de comunicación y control utilizan electricidad. De este, modo, mezclada en todos los planos de la relación social, esta tecnología y la sociedad son hoy imposibles de separar en la práctica.

Pero hubo un tiempo en que este maridaje no existía. Y si ahora existe, es porque se ha ido construyendo en el tiempo. De un modo del que somos escasamente conscientes este maridaje no ha existido siempre. Por tanto, se ha construido, y se ha construido socialmente.

Somos poco conscientes de esta construcción. De entrada, nos cuesta imaginar cómo vivir sin tener estas tecnologías y esos artefactos tecnológicos a nuestra disposición. No sólo la electricidad. Los de nuestra edad recordamos todavía un tiempo en que los plásticos no existían. Repetid, aplicándolo al plástico, el experimento pensado que os proponía antes. Las tecnologías y los artefactos cambian nuestra manera de pensar y de ponernos en relación con el mundo.
Este es un primer aspecto a destacar. En el proceso mediante el cual “tecnología y sociedad se co-producen”, asociamos de inmediato tecnología con innovación.

Quisiera añadir aquí una precisión terminológica. Innovación es más que invento. Una innovación, que puede tener un invento como punto de partida, se produce cuando la consecuencia es un cambio de comportamiento. En cualquier de los planos sociales relevantes: en las prácticas de producción, en las de consumo, en las de experiencia, en las de poder. Si esos cambios no se producen, el invento es menos interesante y sus consecuencias, menores. Exagerando un punto la nota, pensemos en los inventos del TBO, que nos maravillaron y divirtieron a algunos cuando éramos niños.

http://www.delcomic.es/museo/mono/inventos.htm

Cuando se adopta ese concepto de innovación, el inventor pierde una parte de su protagonismo. La intensidad con que se adopte un invento no depende sólo del inventor, sino de factores sociales que él no controla. De hecho, se empieza a considerar que el análisis de cómo un grupo social adopta algunas tecnologías da pistas sobre las características de ese grupo; como si le hiciéramos una radiografía.

En lo referente a la conexión a Internet y el uso de la banda ancha, por ejemplo, las encuestras muestran consistentemente que el principal motivo que manifiestan los que no se conectan es la falta de interés. Otras cuestiones, como el acceso físico a la conexión, e incluso el precio, parecen mucho menos importantes. Motivar a los no motivados no será una cuestión de tecnología.

En cualquier caso, si aceptamos que la clave innovación es inducir cambios de comportamiento, y recordamos (de las píldoras de teoría social) que “es el significado el que determina la acción”, entender la innovación exige entender los propósitos de los innovadores. Tanto si innovan en la producción de las tecnologías como en sus aplicaciones. Esos motivos pueden no ser evidentes, pero existen. No se innova por casualidad. Picasso se preocupaba de que cuando llegara la inspiración le pillara trabajando. La inspiración puede ser casual, dependiente de las musas, o tal vez un regalo gratuito de la Divinidad. Quizá no podamos entenderla. Pero si nos pilla trabajando es porque habíamos decidido estar trabajando. Y además, después de la inspiración solemos necesitar la voluntad, la decisión, la motivación de continuar trabajando. Para perfeccionar la idea; para reproducirla; para venderla. Nada de esto es casual.

El objetivo de esta digresión es preparar la puesta en escena de dos mitos sobre la tecnología, que los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad se han encargado de desmontar.

Se trata, de hecho de un abuso de lenguaje, pero de un abuso peligroso. Es habitual (y metodológicamente útil) personificar la tecnología y los artefactos tecnológicos, convirtiéndolos en lo que Bruno Latour ha denominado como “actantes”. Pero también peligroso, porque se ocultan datos que a veces conviene resaltar. Las pistolas, por ejemplo, no disparan; son los pistoleros los que lo hacen. Los aviones no vuelan; son las líneas aéreas y los sistemas de control de tráfico aéreo, además de las leyes de la Fisica, los que hacen que los aviones vuelen.


Este abuso de lenguaje es más común de lo que debiera. En 1993, cuando intentaba orientar sus políticas hacia las tecnologías de la información, un informe de la Comisión Europea sostenía que:


En la actualidad el mundo está asistiendo a una mutación de los sistemas de producción, la organización del trabajo y las pautas de consumo cuyos efectos van a ser comparables a los de la primera revolución industrial. Esta mutación se debe al desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones. [...] Sería inútil encerrarse de nuevo en una disputa sobre el ‘maquinismo’ como la que se produjo en la primera revolución industrial. La difusión de nuevas tecnologías en el mundo es inevitable”.
“Libro Blanco sobre Competitividad y Empleo : Retos y Pistas para Entrar en el Siglo XXI” (Comisión de las Comunidades Europeas (1993).


Quizá lo sea. Pero el hecho es que en EEUU se difunden las tecnologías de la información se difunden más rápidamente y se utilizan más intensamente que en Europa. Las mismas tecnologías. ¿Cómo lo explicamos?

Es habitual que esta posición se complemente con la propuesta de que esas reglas hay que respetarlas, para no obstaculizar así la evolución de la tecnología.

Hay bastantes evidencias en contra de esta postura determinista. La que para mí es más convincente es la que muestra la gran cantidad de desarrollos tecnológicos que han sido desarrollados o impulsados por los usuarios de la tecnología, no por sus inventores originales. El correo electrónico o el navegador, por citar sólo dos ejemplos, se desarrollaron desde la comunidad de usuarios de Internet.

Además, conviene tomar también en cuenta que los inventores o innovadores son personas, sujetos con querecias, intereses y ambiciones como todos nosotros, dotados de libre albedrío y también sujetos a las influencias de su entorno social y de relaciones. No son instrumentos del desarrollo de la tecnología; son los actores principales.

Este proceso de innovación y evolución no está exento de conflictos. Ciñéndonos sólo al caso de la energía, los conocemos en el caso de las centrales térmicas (por la contaminación que generan), o en de las centrales nucleares. Pero existen también al respecto de la energía eólica (Ver, por ejemplo, http://es.wikipedia.org/wiki/Energ%C3%ADa_e%C3%B3lica). Seguro que podéis aportar más ejemplos.

Hay muchos ejemplos de todo eso al respecto de tecnologías ya maduras. Pero, en lo que hace referencia a las tecnologías de la información, muchos de los procesos de generación de tecnologías, de asimilación de las mismas y de formación de políticas al respecto de ambas cosas están todavía en marcha. Por eso es importante tomar conciencia de que muchos de los mecanismos “sociales” subyacentes a estos procesos pueden ser similares a los que se pusieron en su momento en juego en relación con otras tecnologías. Veremos ejemplos.

Resumiendo. Si no podemos ni siquiera pensar en separar quirúrgicamente tecnología y sociedad, deberíamos aceptar que no podemos pensar en ambos conceptos por separado, como si fueran independientes.

Si así y todo, por falta de otro lenguaje u otros instrumentos conceptuales, continuamos usando esas dos palabras, retengamos entonces que tecnología y sociedad se co-producen. Adoptando las tecnologías, la sociedad cambia. Como ha asimilado tecnologías a progreso, la sociedad favorece el que las tecnologías progresen.

La consecuencia práctica, que abordaremos en la última clase, dedicada a las políticas de sociedad de la información, es que en cada entorno local se ha de pensar conjuntamente en las tecnologías y en las condiciones y condicionantes del entorno. De lo contrario, la realidad acaba chirriando.


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