jueves, junio 01, 2006

 

¿Tienen política los artefactos tecnológicos?

“Society explains nothing but has to be explained [...] The great import of technology studies to the social sciences is to have shown, for instance, how many features of the former society, durability, expansion, scale, mobility, were actually due to the capacity of artefacts to construct, literally and not metaphorically, social order [...] They are not 'reflecting' it, as if the 'reflected' society exists somewhere else and was made of some other stuff. They are in large part the stuff out of which socialness is made”. Latour (2000), “When things strike back”

En lo que llevamos de curso nos ha aparecido varias veces la relación entre tecnologías de la información y economía. Este breve apunte tiene como objeto introducir otro dominio que, nos guste o no, es también conexo con el de la tecnología: El de la política.

Es posible que a algunos les pudiera tranquilizar la idea de que la tecnología no tiene nada que ver con la política. O tal vez seducir la idea de que la tecnología no debiera tener que ver con la política.

Esas ideas hoy no parecen realistas, ajustadas a la realidad. De entrada, se hace evidente que tecnología y política están mezcladas, de un modo difícil de separar, en más de un terreno. Por ejemplo:
  • Los experimentos con embriones o con células madre.
  • El despliegue de antenas de telefonía móvil.
  • La censura sobre Internet en China.
  • Las decisiones sobre el futuro de la energía nuclear.
  • Los derechos (o no) para producir determinados medicamentos genéricos a bajo coste en países menos desarrollados.
  • El proyecto de generar un competidor europeo a Google. (Ver http://es.wikipedia.org/wiki/Quaero).
Confieso que encuentro fascinante (y difícil) adentrarse en estos asuntos híbridos entre política y tecnología. Con la seguridad de que tratar a fondo este tema exige mucho más tiempo y calma de los que disponemos ahora, quisiera apuntaros sólo algunas reflexiones generales.

Un primer dominio de políticas son las de promoción de las tecnologías, sea en la producción (políticas industriales) o en el consumo (políticas de demanda). En un ejercicio anterior, algunos de vosotros ya habéis comprobado que una buena parte de los responsables de sociedad de la información en las administraciones tienen estas políticas como primordiales.

Otro ámbito, generalmente más polémico, de las políticas es el relacionado con la regulación. En casos como la regulación de las telecomunicaciones, en que se mezclan consideraciones de mercado con las de servicio público, el nivel de debate y controversia ha sido y seguirá siendo considerable. Abordaremos un poco este tema en la sesión dedicada a las telecomunicaciones.

Pero las políticas de regulación de tecnologías pueden también ser difíciles en mercados en principio liberalizados, como el software y los equipos electrónicos. La pugna legal que se mantiene entre la Comisión Europea y Microsoft es un caso ejemplar e ilustrativo de los asuntos que afloran y la complejidad de su tratamiento.

Otro ámbito de las políticas, quizá uno de los menos visibles en principio, es lo que podríamos denominar como políticas de los efectos secundarios o colaterales. La gestión y regulación del tráfico de automóviles (y del aparcamiento) es quizá el ejemplo con el que topamos más frecuentemente. ¿Hemos de planificar las ciudades para los coches o para los ciudadanos? ¿Con qué objetivos? ¿Con qué compromisos?

El ámbito de la energía nuclear sería un segundo ejemplo. Poca gente quiere tener una central nuclear cerca de su casa. Probablemente serían todavía menos los que quisieran vivir cerca de un almacén de residuos nucleares, de los que nos sabemos como desprendernos. Podemos congelar las centrales nucleares, como se ha hecho en España. Pero entonces acabamos pagando a las empresas eléctricas una cuota de amortización a cuenta de la energía nuclear que NO están produciendo.

Más efectos secundarios. Si hay software y redes habrá fraude electrónico y productores de virus. El mal existe, nos guste o no, y si se abre un nuevo espacio, en este caso virtual, que haya gente dispuesta a usarlo para hacer mal, o sin importarle hacerlo, forma parte del estado actual de las cosas. Pero, cuando sufrimos por el ataque de un virus, ¿a quién hacemos responsable? ¿a quién tendríamos que hacer responsable? ¿Sólo al delincuente? ¿Al fabricante de un software que no garantiza protección?

Dejemos los virus y pasemos a la cuestión del tráfico virtual de películas y música en la red. Según las operadoras, la mayor parte del ancho de banda disponible en las redes está ocupado por una minoría de internautas (quizá el 25%) que bajan contenidos casi sin descanso. Su tráfico supone menor calidad de servicio para los que hacen un uso más ligero de la red. Cuando se exige a las operadoras que inviertan para garantizar calidad de servicio, ¿cómo se gestiona el nivel de calidad? ¿Para los que usan (y quizá abusan) del tráfico P2P? ¿Para los usuarios “normales”? ¿Estaría bien que se pudiera discriminar entre usuarios (en calidad, en precio)?

Además está la cuestión de los derechos de propiedad intelectual. Un asunto que genera polémica es decidir hasta qué punto se deben proteger frente al tráfico en la red. Pero un segundo aspecto, creo que más delicado, es que se grave con un canon el uso de dispositivos electrónicos y la compra de soportes que “podrían” utilizarse, pero que no necesariamente se utilizarán, para tráfico de contenidos.
Un apunte que espero que sea suficiente para ilustrar que los artefactos tienen adherida, queramos o no, la política. Si estamos interesados en el destino de las tecnologías, difícilmente podremos evitar lidiar con las políticas de la tecnología.
Acabo con algunas referencias. The Economist publicó un par de números especiales sobre la politica de los efectos secundarios de Internet:

SURVEY: THE INTERNET SOCIETY
Digital dilemmas
Jan 23rd 2003From The Economist print edition
http://www.economist.com/surveys/displayStory.cfm?story_id=1534303

SURVEY: DIGITAL SECURITY
Securing the cloud
Oct 24th 2002From The Economist print edition


En un plano más general, pero no demasiado académico, os recomiendo que echéis un vistazo a la página Web de L. Winner, un ex músico de rock especializado en las cuestiones de política tecnológica.

http://www.langdonwinner.org/index.html

Como aperitivo, dos citas de este autor, que podéis poner en relación con los asuntos apuntados más arriba.

“En el terreno técnico repetidamente nos involucramos en diversos contratos sociales, las condiciones de los cuales se revelan sólo después de haberlos firmado”. L. Winner (1987)

“La construcción de un sistema técnico que involucra a seres humanos como parte de su funcionamiento requiere una reconstrucción de los roles y las reglas sociales” L. Winner (1987).
Hasta la próxima.

Comments:
Silvia,

El primer paso para resolver los problemas es planteárselos.

El siguiente, plantear las preguntas pertinentes, lo cual no siempre es fácil.

Llegar hasta aquí ya es mucho, y nada intrascendente. Luego hay que ponerse a buscar las respuestas. Segunda fase.
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?